domingo, 31 de mayo de 2009

3. Algunos comentarios sobre su obra

Historia antigua (1956)

“Los diez poemas de este libro repercuten eficaz y largamente en el lector y dejan más que un pasajero recuerdo, la convicción de que el poeta ha tocado fondo, de que sabe llegar con una profunda sencillez, en una especie de conversación íntima. Su palabra es segura, su estilo, por otra parte, sutil y empleado con destreza propia, incluyendo dichos o palabras de sabor, diríamos ‘nacional’, que adjudican a sus versos matices nuevos, ya que están colocadas en función puramente poética. Esa franqueza sin interrupciones de Urondo y de su poesía está ampliamente explícita en poemas como “5 de la mañana”, “La fiera”, “Mosquitos”, “Bellas en el cortijo”, o “Tute cabrero”, positivos exponentes de un espíritu consciente de su función literaria y humana. Su manera de trascender, de destruir los límites de la rutina y extraer de la vida elementos suficientes para la creación, hacen de Urondo y de Historia antigua, testimonio de una fervorosa vocación que nada consigue frustrar”. (Diario La Razón, 11 de agosto de 1956).

“Historia antigua es el punto de partida de todo lo que aparecerá posteriormente en Urondo tanto en lo poético como en lo humano”. (Leónidas Lamborghini).





Breves (1959)

“En esos poemas explícitos está esa forma implícita. Una síntesis pero llena de potencialidad. Urondo sabía lo que había que hacer. Hay que analizarlo en su evolución. Por ejemplo en estos versos de un lirismo puro: “la mujer / canta / entre / las rosas / líquidas // su voz / abre / la lluvia // somete / las fragancias / nocturnas // revela / la forma / de la flor // los dioses / no resisten / la humedad // la voz trepa / evaporándose”. No hay entonación poética, va quebrando el tono de una poesía como la del 40. En general esos les sucedió a muchos de los poetas de Poesía Buenos Aires” (Leónidas Lamborghini).


Dos poemas (1959)

“Existe un contrapunto de ilación unido a un disimulado impresionismo del paisaje, el medio y el propio espíritu, no evidente a primera vista a causa del ultramoderno ropaje verbal que lo recubre. El curioso resultado se acerca a una especie de romanticismo de vanguardia” (Roberto Juarroz, La Gaceta de Tucumán, 2 de agosto de 1959).


Nombres (1963)

“Con este libro el poeta ingresa en una poesía más abierta, más amplia, de versos extendidos que corresponden a una temática más libre donde cabe la política y el amor, la ciudad, la patria chica y el mundo” (Pedro Orgambide).

“Se observa en el libro la aparición de una poética personal que toma como base la búsqueda de un lenguaje despojado totalmente de artificios retóricos, un lenguaje vigente, sin lastres poéticos previos, una poesía que utiliza las palabras cotidianas con la misma sencillez de un diálogo entre amigos (Horacio Salas, La poesía de Buenos Aires, Pleamar, Buenos Aires, 1968).

“Nos encontramos. en primer lugar, con una auténtica vocación de poeta. Con el artista y el artesano, con el impulsivo y el concienzudo, con el comprometido y el indiferente, con la multiplicidad de individuos que encierran un solo cuerpo y un solo espíritu. Y también con el resultado de una labor de varios años. El libro de Urondo no es totalmente mágico, no es totalmente fiel a nuestro lenguaje (como pretende serlo), ni está siempre en función de una voz poética. Pero esto no alcanza a oscurecer ese vital estremecimiento que, como una corriente subterránea, vibra bajo las palabras que componen estos treinta y dos poemas y los hace ser, justamente poemas (El litoral, 27 de octubre de 1963).

















Del otro lado (1967)

[En 1964 los poemas que componen este libro obtienen una mención en el concurso organizado por Casa de las Américas de Cuba].

“No sólo corrobora la adultez de su lenguaje poético: alimenta también la esperanza en la herencia de todos. No hay un solo poema prescindible entre los 34 que componen el libro. Algunos, sin embargo, pueden señalarse como las crestas antológicas no sólo del volumen, sino de la cantidad de esfuerzos menores de sus contemporáneos que Del otro lado representa: “Los gatos” (acaso el primer poema argentino que puede representar globalmente a una generación), “Spitfire”, “No tengo lágrimas”, “Carta abierta”, pertenecen a esa rara familia de monumentos destinados al plagio, porque su energía es superior a la estructura que los contiene. Urondo lo sabe, sin duda, y lo sintetiza en “La pura verdad”, esa admirable arte poética que cierra su libro”. (Primera Plana, 19 de diciembre de 1967).


Adolecer (1968)

[Una encuesta organizada por el Instituto Argentino de Opinión Pública elige a este libro como el suceso del año en el área de literatura]

“La culminación de una poética de asombrosa coherencia, preocupada por un proceso dual: el que procura una investigación de la sociedad en que se vive, sin abandonar la memoria, los halagos y las humillaciones del investigador” (La Prensa, 2 de marzo de 1969).

“Alimentado por el mismo tono rebelde aunque pudoroso, conflictivo pero nunca pietista (esa respiración de hombre maduro en un mundo abominable que Urondo maneja como pocos) se alza uno de los intentos más singulares de la poesía argentina: el poema de largo aliento llevado a sus consecuencias extremas (el poema libro) acaso para certificar la adultez de un creador. Lo primero que sorprende en Urondo es que el oído admirable que le permitió componer Breves y Lugares se encuentre intacto para atender a los requerimientos de toda una orquesta: hostigado permanentemente por la prosa (flagelo que padece todo intento lírico de incorporar la épica), Adolecer la elude sin decaimientos. Ritmos ocultos, permanentes citas de otros textos, desarrollo en planos disímiles que se alejan o se superponen, recurrencias sonoras, adjetivos lujosos, sustantivos asestados como un cross a la cabeza son las armas de que el poeta se vale para sustentar su triunfo. No se trata de narrar, sino de fluir entre lo narrado” (Primera Plana, 26 de noviembre de 1968).


Los pasos previos (1974)

[Recibe una mención del jurado (conformado por Julio Cortázar, Juan Carlos Onetti, Augusto Roa Bastos y Rodolfo Walsh) en el premio La Opinión-Sudamericana].

[Los pasos previos] pertenece al tipo de novela muy abierta y en la que el espléndido poeta que es Urondo se turna sin esfuerzo ni violencia con sus dones de narrador; libro documental si los hay, se sitúa a la vez en ese plano en que la eficacia estilística da a cada episodio su máxima belleza, quiero decir su máxima fuerza” (Julio Cortázar, La Opinión, 13 de mayo de 1973).

[Los pasos previos] una crónica tierna, jodona, capaz que dramática, de las perplejidades de nuestra intelligentzia [sic] ante el surgimiento de las primeras grandes luchas populares, donde algunos podrán reconocer al Emilio Jáuregui de los días en que se tomó el Sindicato de Prensa, y otros al combatiente que Paco llegó a ser, cuando todavía era un poeta, un seductor, un viajero, antes de perder algunos kilos y ganar todo ese espacio de que hoy dispone en Villa Devoto (Rodolfo Walsh, La Opinión, 13 de mayo de 1973).


Cuentos de batalla (1976)

“Paco apenas había terminado un libro de poemas, Cuentos de batalla, que se perdió en el abismo genocida. Los escribió en medio de la persecución y la certeza de que cualquier instante podía ser el último. Todo aquel que ha pasado por la clandestinidad conoce la tensión y la cantidad de horas que 'se pierden' nada más atendiendo a los problemas de seguridad, propios y ajenos, de importancia primordial. Tiempo físico y tiempo mental y tiempo de dolor por las personas que desaparecían. Eran casi siempre jóvenes y Paco se preguntaba ¿por qué no yo en vez de ellos?. Padre reciente de una niña, pesando el pasado, duro el presente, dudoso el porvenir, Paco escribe” (Juan Gelman, Hermano, Paco Urondo).


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